Al Lector

Yo no sé decir las cosas que siento, pero reconozco cuando alguno es capaz de decirlas por mí...



miércoles, 28 de junio de 2017

CUALQUIER DÍA ; José Emiliio Pacheco

De algún tiempo a esta parte las cosas tienen para ti el sabor ocre de lo que muere y de lo que comienza. Áspero triunfo de tu propia derrota, viviste cada día en la madeja de la irrealidad. El año enfermo te dejó en rehenes algunas fechas que te cercan y humillan, algunas horas que no volverán pero viven su confusión en la memoria. Empezaste a morir y a darte cuenta de que el misterio no va a extenuarse nunca. El despertar es un bosque donde se recupera lo perdido y se destruye lo ganado. Y el día futuro, una miseria que te encuentra a solas con tus pobres palabras. Mírate extraño y solo, de algún tiempo a esta parte.

jueves, 12 de marzo de 2015

EN CONTRAVÍA; Fernando Garavito.

El principio y el fin van en contravía. Todo comenzó dentro de millones de años, lo que quiere decir, todo comenzó dentro del infinito. Cuando el comienzo y el fin se cruzan en el tiempo se produce un hecho fortuito, de tal manera que cuando uno cree nacer, muere, y cuando cree morir, apenas nace.

jueves, 25 de septiembre de 2014

SOBRE LOS VERSOS ; Rainer Maria Rilke



...¡los versos significan tan poco cuando se ha escrito de joven! Se debería esperar y saquear toda una vida, a ser posible una larga vida; y después, por fin, más tarde, quizá se sabrían escribir las diez lineas que serian buenas. Pues los versos no son, como creen algunos, sentimientos (se tienen demasiado pronto), son experiencias.
Para escribir un solo verso, es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, hay que sentir cómo vuelan los pájaros y saber que movimiento hacen las florecitas al abrirse por la mañana. Es necesario poder pensar en caminos de regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas que hacia tiempo se veían llegar; en días de infancia cuyo misterio no está aun aclarado... Es necesario, tener recuerdos de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a la otra, de gritos de parturientas y de leves, blancas, durmientes paridas, que se cierran. Es necesario aún haber estado al lado de los moribundos, haber permanecido sentado junto a los muertos, en la habitación, con la ventana abierta y los ruidos que vienen a golpes. Y tampoco basta tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues los recuerdos mismos no son aún esto. Hasta que se convierten en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no puede suceder que, en una hora muy rara, del centro de ellas se eleve la primera palabra de un verso. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

EL DRAMA DEL DESENCANTADO ; Gabriel García Márquez




...El drama del desencantado que se arrojo desde el décimo piso, 
y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento había cambiado por completo su concepción del mundo y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

jueves, 7 de noviembre de 2013

MUERTE, NO SEAS MUJER ; Gonzalo Arango



Estas dormida a dos metros de mí.

En lugar de escribir me pongo a mirarte.

¡No hay nada que decir!

El silencio de una rosa en la noche da más testimonio de Dios que la teología, y tal vez tenga el secreto que la belleza de la palabra no puede nombrar.

Entonces me callo y te contemplo porque toda gran sabiduría es callada, y el éxtasis es superior al conocimiento. Y a lo mejor es verdad que la vida no es sino un cuento narrado por un idiota, como dijo Shakespeare.

Dudo ahora que exista una belleza superior a verte ahí, como una tentación, con los ojos cerrados, olvidando el mundo y olvidada de él, y siendo yo el único ser y tu único testigo ante la vida y el tiempo.

Tu sueño te aleja de mí, pero yo te poseo plenamente. No estás en mis brazos, pero tampoco estas en el tiempo, y es en ese rincón de la eternidad donde me reúno contigo, en una esencia tan total que nada puede separarnos: ni la pasión, ni los días, ni el recuerdo, ni el nocturno canto del búho, ni el horrible despertador de las 5 de la mañana.

Aunque quise despertarte para sentir la voluptuosidad de tus besos, de tus uñas que me confunden con una guitarra, ese placer insólito de ver animarse por el ardor de tu cuerpo toda mi materia espiritual adormecida por el razonamiento, elegí tu respiración inocente que te unía  más a mí que las palabras, tus viles palabras que nos hablan del paso de la vida y de que todo tiene un comienzo y un fin.

Entonces te abandoné para que al menos en tu corto sueño nunca te separes de mí, y así poder disfrutar por un momento esa imagen imposible y anhelada del amor eterno.

Te miro y me lleno de piedad porque vas a morir, y no soy Dios para impedirlo.

Enciendo un cigarrillo y medito si hay justificación de vivir: estas viva es la única razón, y si mi amor tiene una esencia se reduce al deseo de hacerte inmortal, y a la desesperación de este deseo.

¡Que silencio tan puro! 

Te quiero recordar, mientas duermes, que no olvides este mundo. Más allá de tu sueño está la noche con sus pilas de estrellas, algunos grillos que cantan, y el canto turbador del búho.

A veces me gusta imaginar este búho como un espíritu santo que baja del cielo a no dejar hundir el universo en las tinieblas, y a sostener con su canto la presencia infinita de la vida, mientras los hombres duermen, olvidan o se cansan de vivir.

Nada más que la noche, amor mio, y yo en ella, infinitamente grande para mí, tan esplendida para bendecirla o cantar yo solo su fastuosa belleza, el viento encima y la tierra debajo y la oscuridad en todas partes. La relativa luz de las estrellas agregando otro enigma a su insondable misterio, los soles negros y el canto de la rana en la piedra del lago con sus ojazos desmesuradamente abiertos al terror.

De pronto tengo la sensación angustiosa de que estoy perdido entre estas presencias fantásticas, los vastos territorios del cielo, el negro silencio nocturno, la rara melodía del grillo, el ganso en su aullido, el solemne reposos de todo lo viviente... Y el miedo de mi vida algo fugitiva entre estas cosas menos importantes que yo, pero más imperecederas.

Entonces todo me parece absurdo, efímero, acosado  por la muerte, y corro a despertarte para gozar en ti el minuto de vida que me queda, sentir el goce de tu piel, bañarte con el sudor del verano, sofocar el silencio y la quietud, y decirte que toda la ilusión de mañana es este instante en tus brazos a la orilla de la dicha.

Si ahora desaparecieras todo quedaría vacío. Con tu sueño las cosas de nuestro alrededor se han sumido en la indiferencia, pero no han muerto. Solamente se callaron para no despertarte.

Yo también temo deslizar esta pluma sobre el papel para escribir que te amo. Pero, ¿qué necesidad hay de decirlo si toda la alegría y la paz del mundo me vienen de tu sueño? Y como todo lo has olvidado, también a mí que muero en tu sueño, me dejas en la más pura libertad de amarte, con una libertad tan absoluta y sin peligro que no puede distraer tu pensamiento, ni los deleites animales, ni el pito del tren, ni el brillo de la luna, ni el dolor del mundo, ni mucho menos el poderoso y ardiente amor que te crucificó en la adolescencia.

Te quiero así, en esta soledad de los dos, unidos por el deseo y el miedo, presos en esta dulce sensación de eternidad, en la que sueñas y olvidas, y apenas te queda memoria para lo que no debe morir.

Y prefiero tu olvido absoluto porque el recuerdo quiere decir que permites al tiempo abrir tumbas en nuestro amor.

Quédate donde estás, en el puro equilibrio de la noche y el día, en la nada de tu sueño feliz que es la otra cara del cielo, ese cielo invisible a todos, menos a mí.

Ese cielo, en fin, ombligo o taberna para la embriaguez de los dioses que fueron condenados a la desesperación, cruz de tu carne donde me purifico, me sacrifico, me emborracho de amor para alcanzar el exilio de la pobre mente humana, y donde al perderme me salvo por una rara sensación de locura divina.

No tengo otro argumento para despertarte, amor mío, y no sé si debo separarte de esta nueva dimensión de tu amor en que eres mía más allá de la muerte.



jueves, 20 de junio de 2013

EXISTE UN MUTILADO ; Cesar Vallejo



Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdió el rostro en el amor y no en el odio. Lo perdió en el curso normal de la vida y no en un accidente. Lo perdió en el orden de la naturaleza y no en el desorden de los hombres.... Ese mutilado que conozco, lleva el rostro comido por el aire inmortal e inmemorial....

Mutilado del rostro, tapado del rostro, cerrado del rostro, este hombre, no obstante, está entero y nada le hace falta. No tiene ojos y ve y llora. No tiene narices y huele y respira. No tiene oídos y escucha. No tiene boca y habla y sonríe. No tiene frente y piensa y se sume en sí mismo. No tiene mentón y quiere y subsiste. Jesús conocía al mutilado de la función, que tenía ojos y no veía y tenía orejas y no escuchaba. Yo conozco al mutilado que ve sin ojos y oye sin orejas.

miércoles, 12 de junio de 2013

RAZONES DEL AUSENTE; Darío Jaramillo Agudelo


Si alguien les pregunta por él, díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa acaso ya nadie reconozca su rostro; díganle también que no dejó razones para nadie, que tenía un mensaje secreto, algo importante que decirles, pero que lo ha olvidado.
Díganle que ahora está cayendo de otro modo y en otra parte del mundo, díganle que todavía no es feliz, si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también, que se fue con el corazón vacío y seco, y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón y que ni el mismo sufre por eso, que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo, que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto, díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol, díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor y luego supo que el amor dura lo que dura una palabra.
Díganle que como un globo perforado a tiros, su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera está desesperado y díganle que aveces piensa que esa calma inexorable es su castigo, díganle que ignora cual es su pecado y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas otro lado del problema y díganle que en ciertas noches de insomnio y aún en otras que cree haberlo soñado,  y teme que acaso la culpa sea la última parte de sí mismo que le queda y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino en noches de lluvia siente cierta alegría pueril por su inocencia y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas.
Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente enroscada en su cuello tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente, de adivino, leyendo las cartas y celebrando algunas supersticiones, tres fetiches, ciertas complicidades mal entendidas y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad y nada.